Calidez

Calidez

 

En determinado momento, entre un paso y el siguiente, antes de ir más allá… antes de seguir este rumbo sin sentido, me senté allí… pero ¿dónde era “allí” ?, ¿cuánto tiempo había pasado desde el principio?. Estaba desconcertado por no decir desorientado, ya que mi orientación hace mucho quedo atrás. El entorno no me dejaba mucho para interpretar y así mismo para imaginar, casas normales, calles húmedas y una tenue luz en una esquina que titilaba de vez en cuando.

Dudo, mi cordura no es de fiar en este momento y si soy honesto, no creo que haya existido desde un principio. De improvisto me alcanzó una sensación, querer ir a la luz, me levanté solo para llegar allá… el único punto en la calle que parece ser algo más que una esquina, confío en que bajo la luz estaré a salvo. En el camino sentí humedad en los pies al caminar sobre charcos que se colaban entre los agujeros de mis zapatos, tropecé con piedras, se me cayó algo entre el roto del bolsillo, pero aun así no me detuve a ver atrás, a recoger, a cambiar de rumbo y solo seguí.

El frío ahora no me afecta, se siente cálido bajo la luz y cada vez que titila me sorprende con una nueva silueta más allá de la mía, dibujando una compañía inexistente en el suelo. Suspiré profundo, feliz de sentir mis pulmones llenarse, hinchando mi pecho hasta su máxima capacidad; el corazón me empezó a latir con fuerza y entre cada latido se propagaba lentamente el calor hacia mis extremidades… en un instante todo se tornó tan reconfortante y pacífico.

Tal como lo haría en una mañana soleada, al medio día o incluso bajo la lluvia, levanté los brazos y sentí la luz contra mis palmas, un leve cosquilleo me hizo sentir vivo y me erguí como como una planta lo hace mirando directo al sol. ¡Esto sí es cordura!, vi mi sombra en el suelo e interpreté la silueta de mi cuerpo, no era tan glamorosa como yo, sus desordenadas curvas me reflejan muy diferente a como me veo …. pero bueno… ¡estaba bajo la luz!…  ¿qué podría darme una vista mejor a la de mis ojos?.

Como un destello algo llamó mi atención, en la ventana de la tienda más cercana a mí, se asomaba un hombre, me miró, se le veía feliz y se aproximó a pequeños pasos con una mano extendida para alcanzarme. Sonreía, me contagiaba con su gesto, quise acercarme igualmente y reconocerlo; di unos pasos y por fin toqué su mano, mis yemas chocaron al intentar sentir su piel. Observé con la mano extendida sobre el vidrio y nos quedamos allí un momento, cada uno admirando desde su lado sin parpadear.

Me miró a los ojos con amor y cada vez más sonriente, se quedó así por un momento. Recorrió mi rostro con su mirada, lo hizo despacio, deteniéndose a detallar los perfiles de mi nariz, labios y demás. A medida que seguía pasó a verme en general y yo, sin refutar, dejé que lo hiciera, le permití observar todo de mí, lo hice solo para conservar su sonrisa y mi temporal felicidad al ser objeto de atención. De pronto, allí, a la penumbra de la luz, empecé a sentir el gélido contacto del vidrio en la palma de mi mano que se extendía poco a poco por mi brazo y torso, siguiendo su ruta hasta enfriarme totalmente.

Supongo, el frío lo afectó a él por igual, ya que a media que me recorría con la mirada se entristecía progresivamente; se desdibujó su sonrisa, se ensombreció su mirada y una lágrima le saltó del ojo dejando una hilera limpia sobre la gruesa capa de suciedad de su mejilla, siguió enredándose entre sus largas barbas y cayó al suelo con un leve “clac”. Él miró al frente…y me vi en el reflejo del vidrio.

En efecto reconocí al hombre de la ventana y el resultado no fue agradable, el frío me golpeó y con él… la soledad; la luz ya no bastaba para espantar la decepción de encontrarme de nuevo, llevaba tanto tiempo evitándome que incluso olvidé mi aspecto. En esa esquina me vi de nuevo y tenía prendas andrajosas, sucias, la barba me cubría el cuello y a pesar de lo tupida, resaltaban las cuencas del rostro, no me mantenía firme y tambaleaba levemente.

Decidí que era hora de dormir, de sucumbir ante la violenta dosis, que me aturde, extrayéndome de la cruda realidad por la que deambulo. Antes de regresar completamente debía volver a dormir, antes… antes de recordar todo lo que fui, lo que me llevó a terminar así y el camino que hasta ahora he recorrido sin rumbo, sin consciencia… sin dolor. Del bolsillo busqué mi rescate ante estas situaciones, una pequeña píldora que me expulsa de este crudo mundo en el que ya no tengo lugar, es insignificante su tamaño y alto el precio por huir de esta escena que cada vez me pide una dosis más fuerte y duradera.

De nuevo el hombre me sonríe y la luz nos parece cálida y amena.

Alex Tgix.

Amor Puro

Amada mía.

No suena tan bello esto que te digo, pero ya sabes que mi personalidad no es bella en sí… y no puedo exteriorizar aquello que no poseo.

Sé que me entiendes, que a través de tus ojos ves mi alma negra y agazapada; anticipada siempre a reaccionar ante las críticas y miradas ajenas. Sé también, que no pides más de lo que te quiero ofrecer y además que esperas más de lo que te voy a brindar… y esto último querida, he decidido ignorarlo. Todo por el bien del presente, del ahora entre nosotros, de los acogedores momentos que disfrutamos tu y yo.

El mañana es incierto, variable ante los sucesos y acciones del día a día, no podría recapacitar acerca del pasado para llegar a definir el futuro, ya que entre nosotros, el que menos te conoce resulté siendo yo, todo por mi ferviente deseo de pasar desapercibido para “evitar” el futuro negativo.

Tu precaria condición de vida, esa la conozco como un libro viejo, releído cientos de veces, aquel en el que ya no se necesita ver las instrucciones para entenderlo, y he adquirido la habilidad de descifrar hasta el más minúsculo gesto. Interpretaría que algo no te gusta con solo mirarte, descifrando allí, donde los demás solo te ven admirando el escenario, que te encuentras frustrada, ansiosa, dubitativa… todo aquello que exteriorizas… eso sí que lo entiendo a la perfección.

Lo que sí, es que no podría afirmar con precisión qué es lo que te hace enojar, al menos no si el entorno en el que nos encontramos o las circunstancias no me dan indicios de ello. Es en aquellas condiciones, en las que definitivamente no te entiendo. Cuando todo parece perfecto y te quedas allí distante, silenciosa, admirando algo carente de su apreciación y con esa mirada… aquella que me dice que más allá del objeto, estás inmersa en tus pensamientos, esos, que nunca me has querido contar.

Será tan grande tu necesidad de mantenerme contento que, en algún momento del pasado ya distante, decidiste que esos pensamientos no me pertenecían y que, por ello, no debía escucharlos ni entenderlos, pero sé, que son por mí. La evolución de tu personalidad es la clara manifestación de que mis apreciaciones son verdaderas. Lo que me molesta lo has dejado de hacer y en su mínima presentación, lo has disminuido… haciendo que me acostumbre a ello.

Cada día siento menos tu presencia y no es por ti, eres tan magnífica que incluso debería pedirte que seas imperfecta, ¡por el amor que te tengo!… ¡dame algo más de lo cual pueda sostenerme!, ya que has hecho tan perfecto tu amor por mí, que siento como te pierdo por cada cosa que no puedo ofrecerte porque no la sé… y soy culpable de ello ya que, a cambio de mí, tú vives en el futuro.

Me siento como un espectador ante nuestra historia, sentado allí admirando y quejándome de la rutina, mientras tu aprendes y te moldeas. No quiero que seas eso, quiero que más allá de aprender a dejar de hacer lo que no debes, hagas lo que deseas hacer… así eso implique que yo deba enojarme o que te debas alejar.

Dime, ¿Qué equivalencia hay en esta compañía?… ya que no sé si eres eterna o si te desvanecerás en un suspiro. No sé qué podría brindarte porque nunca lo pedí y a cambio, tú me has negado la posibilidad de saberlo; inconscientemente me quitaste el peso de tener que darte algo, pero además, me negaste la posibilidad de llegar a ofrecértelo… y lo sé, tampoco te he pedido que lo hagas porque siento temor de eso que llevas dentro, temor de que lo que guardas, con el tiempo, se haya convertido en decepción.

Amada mía.

No lo sé todo de ti, pero sé que bajo la piel vives llena de limitaciones, infundidas por ti, por mí… por la vida. Te pido que me permitas liberarte un poco de tus ataduras y que afrontemos juntos eso que tanto te inquieta… ya sea para reforzar el lazo que nos une o ya sea… en el peor de los casos, para tomar senderos distintos.

… tan solo te pido, déjame amarte plenamente.

Mi castigo (26-06-2015)

Revisaba archivos y textos de años pasados cuando me encontré con esta nota. No logro recordar cómo me sentía ese junio del 2015 pues como siempre, solo queda el rastro de mis emociones entre cada párrafo.

Algunas veces me sumerjo leyendo notas pasadas aún guardando la esperanza de recordar mi historia…

«Es mi castigo, es la excusa que yo ofrecí, el resultado de mis acciones.

Que llueva, que sea brutal y se lleve todo… que me lleve a mí, que se lleve mi ser y deje este cuerpo más vacío de lo que ya está.

Quiero que la lluvia llore conmigo y oculte mis lágrimas entre las suyas.

Que el frío me congele y acabe con el calor de este corazón.

Que me deshaga como papel y me funda entre las calles.

Quiero ser lo que soy de otra forma, una forma no humana, diferente… ¿diferente cómo?

Ya no puedo escribir como lo hacía antes, he cambiado y tendré que hacerlo de nuevo, regresar al pasado, ser algo que fui… dejar de serlo…

…dejar de vivir, porque esta vida ya no la disfruto y es mi castigo, lo sé.

No tengo derecho a objeciones, sería injusto.»

Pertenecer

El cabello roza mi mejilla al son del vaiven del viento y me pregunto porqué terminé aqui.

Caminaba ¿o corría?, no lo recuerdo bien. Bueno, una luz en el camino me entretuvo. Desde el mirador veía la ciudad en su totalidad, admiraba su esplendor y así mismo su insignificancia desde allí arriba. Me sequé las gotas que atravesaron mis mejillas mientras me sentía aún más insignificante. Mis pasos no dejaban huella, mi estadía por aquel mirador era pasajera e irrelevante y solo yo, sería la testigo de mi propia existencia en aquel lugar.

Grité sin obtener respuesta, no hubo eco alguno, estaba allí sola. Pero, ¿porqué… qué me atrajo a detenerme en aquel lugar e interrumpir mi solitario recorrido hasta la cima?. Probablemente nada, solo quería recordarme que no valía nada, que era pequeña ante la inmensidad de las calles y mi destino.

De alguna forma me encuentro siempre aquí, estancada, atrapada entre mi pecho mientras intento huir. Nunca lo vi así hasta que lo sentí, pero el tórax impone su dominio sobre mi corazón y me impide vivir; me limita.

Limitaciones… eso es todo lo que hay para mi.

Además de todo, soy la culpable de que el mundo se acabe; brindando un beso que condena, una lágrima que desborda el río, una palabra que rompe la tranquilidad… descubrí que tengo la medida exacta para iniciar el caos.

…Y sin darme cuenta voy arrasando todo a mi paso.

Desde mi perspectiva de vida sólo aporté un beso de condena, una gota de odio y una palabra de orgullo. ¿Dónde está todo lo demás?, ¿quién condenó antes que yo?, ¿quién me acusó de ser la culpable de arrasar las aldeas?, ¿quién se excusó en mi y me lanzó a este abismo de soledad y culpas?.

No no no… ¡nada de eso!, soy yo. Soy yo.

Me distrae de nuevo la luz al horizonte y me doy cuenta que es el reflejo de las luces de la ciudad en el rastro que las lágrimas han dejado sobre mis mejillas. Un recorrido lento, doloroso, helado, que me perfora el alma, que me quiebra… y no sé si resistiré, si mi personalidad es fuerte y si el mundo no me contaminará.

Me siento vulnerable. Propensa a sufrir en carne propia la marca de tener sentimientos; de ser dócil y acumular heridas; de ser mutable y acomodarme a la maldad… de ser y no pertenecer, de sentir que no me correspondo.

Sentimiento de vacío

La sensación de vacío en el abdomen, el viento a mi alrededor, mis brazos, piernas y cabeza inclinados hacia atrás, el cabello enredándose en sí mismo, mi rostro al descubierto.

Todo cambia a medida que voy cayendo, uno tras otro los colores van cambiando, obscurece, todo es negro… llega el vacío.

Ahora estoy estática allí, la sensación me agrada; puedo pensar claramente, sin molestias… eso no me gusta… tener las ideas tan claras en mi mente y disponer del tiempo para preocuparme por ellas.

Un hilo de frío recorre mi mejilla, respiro profundo, me acurruco, aprieto las piernas contra el pecho, las aprieto más. Me falta fuerza.

Quiero acabar con eso que late dentro de mi, con éste sentimiento. Ahora hay un sonido, distante… contrasta con el de mis latidos, me doy cuenta que estoy suspendida a pocos centímetros de un estanque… escucho el sonido de las gotas caer sobre él.

Todo empieza a ponerse más luminoso desde el fondo del estanque, pronto se pone de color plata que no me ilumina, me encuentro con que las lágrimas son las que inundan el estanque y dan color al mismo.

Me limpio el rostro con las manos, rastros de líquido plateado reposan en la palma de mis manos.

La fuente me parece hermosa, igualmente el recorrido de mis lágrimas a través de mis mejillas, untando mi ropa, en ellas flotan mis sentimientos, los más puros y bellos… me he quedado solo con lo impuro.

En mi reflejo sobre el líquido plateado veo mi expresión, al principio deprimente y ahora curiosa. Floto, pero no me muevo de allí, atrapada a esa altura me extiendo par tocar el agua, apenas la rozo con el dedo corazón,  quiero llegar a ella y alcanzar aquellos sentimientos que me han dejado, nadar entre ellos y ahogarme.

Hasta que no me libere de allí seguiré sombría, contaminada….